Tú, Raíz de Jesé, Vástago de nuestra tierra humilde; Tú, Renuevo glorioso, que impregnas de vigor nuestra carne pobre; Tú, que nos limpias del pecado y nos arrancas de la muerte, ven, no tardes más. En Ti, la Vid jugosa, nacemos sarmientos para poder agradar a Dios y saciar la sed del hombre.
Volvió a reverdecer el tronco antiguo;
de su raíz brotó la Flor más bella:
gimieron consternados los abismos
y el cielo desveló legión de estrellas.
Pastor de las naciones y los pueblos,
enseña fulgurante, vara enhiesta,
dirige poderoso hacia tu reino
a cuantos ya se alegran con tu vuelta.
Estrella tuya soy, lucirte quiero
y ser en ti, jugosa Vid, renuevo.
José A. Ciordia, agustino recoleto.
Escucha el canto de la antífona.